En la historia de la Ciudad de La Habana, el teatro Payret ocupa un brillante
capítulo que comienza en la época colonial, casi al final de la Guerra de los Diez Años,
atraviesa el Reposo Turbulento y la
Guerra de Independencia, conoce el nacimiento de una
república dependiente de los intereses norteamericanos, vive el triunfo
revolucionario del 1ro de enero de 1959 y llega a nuestros días.
El Teatro Payret a principios del siglo XX
Han transcurrido 132 años desde su inauguración en 1877. En
su escenario ha tenido lugar toda manifestación artística; en sus paredes ha
quedado grabada la historia de nuestro arte y nuestra sociedad.
En 1876 comenzó a construirse este hermoso inmueble. Su
propietario fue el catalán Joaquín Payret, hombre que amaba las artes,
especialmente el teatro y que mediante la actividad comercial amasó en menos de
diez años la fortuna de medio millón de pesos.
Adquirió del Estado los terrenos donde levantó su teatro, en
la concurrida esquina del Paseo del Prado, antes Alameda de Isabel II y San
José. Sin embargo, Joaquín Payret transitó de la mano de la desgracia, porque
se lanzaba a construir un teatro donde sobraban entonces algunos y estaba,
además, en ayuno con respecto a los conocimientos requeridos para esta gran
empresa.
Cuando las paredes del edificio alcanzaban ya cuatro metros,
un huracán las derribó, y otro, estando a punto de concluirse la obra, echó por
tierra la mitad de esta.
Eran los días en que su propietario comenzaba a
experimentar la escasez de dinero. En la esperada noche de la apertura se
incendió una de las tuberías de gas que alumbraba el coliseo. El siniestro pudo
ser sofocado, impidiendo que el inmueble ardiera por completo.
No obstante, el 21 de enero de 1877 abrió sus puertas por
primera vez al público con el nombre de teatro “Payret”, aunque al año
siguiente se le llamó “Teatro de la
Paz”, después de firmado el Pacto de Zanjón. También se le
conoció como “Coliseo Rojo”, por el color de sus decorados.
La función inaugural fue dedicada en provecho de la Casa de Maternidad y
Beneficencia. Se presentó el Coro de la Caridad, integrado por cuarenta damas de la Sociedad Habanera
y el notable músico y crítico Serafín Ramírez, quien ejecutó al piano algunas
obras célebres de su repertorio.
El 23 de enero, con la presentación de la ópera de Gaetano
Donizetti La Favorita,
muy apreciada por el público habanero, comenzó la vida verdaderamente teatral
de este coliseo.
En octubre de 1878 se estrenó la ópera de Verdi La Fuerza del Destino, obra a
la que se atribuyen augurios desgraciados. Fueron tales las desgracias
ocurridas que al inmueble se le aplicó el término de jettatura, que implica lo
que está maldito y sufre infortunios.
En 1882 hubo otro temporal. Las cañerías de desagüe se
obstruyeron, la acumulación de agua fue tal que se desplomó una de las paredes
maestras y se hundieron los pisos superiores sobre los de abajo. Como
consecuencia fallecieron tres personas y diez resultaron heridas. Entre los
occisos estaba Enrique Sagastizábal, copropietario del inmueble.
Debido a tantos infortunios, Joaquín Payret se vio sumergido
en la crisis económica. No pudo pagar las contribuciones al Estado; la Hacienda Española
le dio el golpe de gracia, sumiéndolo en la miseria. Tuvo que ser ayudado por la Sociedad de Beneficencia
de Naturales de Cataluña.
En 1884 el Estado se incautó de los terrenos. Seis años más
tarde fueron subastados y adquiridos por el Dr. Anastasio Saaverio y Barbales.
A su muerte lo heredaron sus hijos. Después fue administrado por el
esposo de Carlota Saaverio, Gilbert Pemberton, desde 1903 hasta 1912. En 1926
pasó a manos de los hermanos Rodolfo y Roberto Méndez Peñate.
El huracán de 1926 se llevó los techos del inmueble y en ese
año asumió la administración Charles Pemberton y Saaverio. En 1935 fue
arrendado por Don José Varcárcel, quien lo inaugura como cine, lo que le
produjo considerables ganancias. En 1942, la millonaria Suseción Falla
Gutiérrez lo adquirió por una considerable suma de dinero.
La construcción antigua era de cantería en su parte
principal; algunas de las internas eran de ladrillos. Los techos eran de madera
y planchas de zinc, sostenidos por una armazón de acero belga, la primera de
este tipo que se colocó en La
Habana. En la construcción se utilizaron también piedras de
las murallas que defendían la capital cubana.
En 1951, el teatro demandaba una impostergable restauración.
Sin tener en cuenta que estaba considerado como uno de los mejores y más bellos
de América y estimado como Monumento Nacional, fue demolido por el comerciante
asturiano José Sixto. Los diarios de la época sentenciaron jocosamente: “Lo que
un catalán construyó, un asturiano lo derrumbó”.
En esta tercera etapa del teatro Payret quedó inaugurada la
instalación cinematográfica que existe en la actualidad, aunque en ocasiones ha
sido utilizada para eventos y representaciones teatrales. La nueva estructura
presenta una arquitectura de severas líneas clásicas exteriores y un
refinamiento modernísimo en su interior. En el vestíbulo se halla La Ilusión, escultura
realizada por la artista Rita Longa. Cerca del escenario pueden
apreciarse las nueve Musas de las Artes Grecorromanas, también obras de ella.
Este teatro rivalizó en épocas anteriores con otros de la
talla del Tacón (1838), el Albisu (1870) y el Irijoa (1884), dignificado en 1900
con el nombre de Martí.
A pesar de todos los problemas que enfrentó, en su escenario
han tenido lugar las más diversas manifestaciones artísticas y otros eventos de
gran importancia, tanto cubanos como internacionales. Se pueden citar: los
Circos Pubillones y de Santos y Artigas, conciertos, conferencias, discursos,
festivales, obras dramáticas, obras líricas, óperas, operetas, obras
vernáculas, presentaciones de ballet, revistas, sainetes, zarzuelas y peleas de
lucha libre.
Se han presentado en él artistas de fama internacional, como
Antonio Aramburu, Andrés Bretón, Hipólito Lázaro, Albert Afrée, Titta Ruffo,
Perelló de Segurola, José Mardonés, Lupe Rivas Cacho, Esperanza Iris —la Emperatriz de la Opereta—, Ermete Novelli,
Zacconi, la gran actriz francesa Sarah Benhardt y la Compañía de Ballet Ruso
de la genial bailarina Anna Pavlova.
Entre los cubanos, pueden nombrarse la gran actriz Luisa
Martínez Casado y la eximia soprano Chalía Herrera, la cual interpretó la
ópera Patria de Hubert de Blanck, en la que aparecía el tema de la
independencia cubana. La
Sociedad Pro-Arte Musical ofrecía sus conciertos en este
coliseo mientras que la
Sociedad Cubana de Cultura lo utilizaba para sus
conferencias.
Célebres figuras de la cultura y la política cubanas
ofrecieron sus conferencias y discursos, entre ellos: José Silverio Jorrín,
Enrique José Varona, Rafael Montoro, Fernando Ortiz y Fidel Castro Ruz. En 1925
quedó constituida, en esta sala teatral, la Federación Médica
de Cuba.
Otros artistas renombrados que actuaron en este palacio
fueron Rita Montaner —La Única—, Rafael Pradas, Armando Pico, Rosita Fornés,
Gladys Puig, María Remolá, Ela Calvo, Candita Quintana, Blanquita Becerra, Luz
Gil, Antonio Palacios, Arquímedes Pous y Sergio Acebal.
El primer director de orquesta fue Carlos Anckermann y
Riera, padre del compositor Jorge Anckermann, quien llevó sus composiciones,
junto a otros célebres, como Eliseo Granet, Rodrigo Prats, Gonzalo Roig y
Ernesto Lecuona.
Entre las obras de fama internacional presentadas se encuentran:
Rigoletto, Il Guarany, Los miserables, La dama de las camelias, La viuda
alegre. Por la parte cubana aparecen obras de gran calidad, como La Zilia, La casita criolla,
Titta Ruffo en La Habana,
María la O, la Trancada del Gallego y
otras.
Los sótanos de este inmueble sirvieron de cuartel de
revolucionarios y arsenal de armas para luchar contra la dictadura de Gerardo
Machado.
Cine Teatro Payret>>>
El teatro Payret fue de los primeros en presentar películas
desde las primeras décadas del siglo y por los años 30 fue conocido como “La Catedral del Cine
Español”. La función inaugural de su tercera etapa, en septiembre de 1951,
estuvo a cargo de Antonio Palacios; la orquesta fue dirigida por el
maestro Rodrigo Prats. La película de estreno fue Pequeñeces, con Jorge
Mistral, Aurora Bautista y Sara Montiel.
Luego del triunfo revolucionario de 1959 se rescató el arte escénico y lírico, aunque el teatro básicamente se ha desempeñado como una de las salas cinematográficas más visitadas. Entre los eventos que en él tienen lugar se pueden citar los festivales Boleros de Oro y el del Nuevo Cine Latinoamericano.
Luego del triunfo revolucionario de 1959 se rescató el arte escénico y lírico, aunque el teatro básicamente se ha desempeñado como una de las salas cinematográficas más visitadas. Entre los eventos que en él tienen lugar se pueden citar los festivales Boleros de Oro y el del Nuevo Cine Latinoamericano.
Debido a su utilización ha sufrido deterioro, por lo que fue
restaurado en 1969 y en 1981. El paso del tiempo ha evidenciado nuevamente el
desgaste máximo por su gran explotación, así como el maltrato que recibe de
algunos de sus insensibles visitantes. Se debe tener presente que los años del
“período especial” trajeron un deterioro más severo a este magnífico coliseo,
debido a que la nación cubana transitó por agudos problemas económicos.
En el año 2008 reemprendió la restauración el Instituto
Cubano de Arte e Industria Cinematográficos con vistas al Festival
Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Este histórico y legendario teatro, uno de los mejores de
Cuba y de toda la América,
merece que no sea sólo restaurado sino conservado para que pueda ser admirado y
disfrutado tanto por nuestras generaciones como por las futuras.